Miguel Vera-Cifras: “Que el programa HoloJazz se termine por no tener dinero es un acto de violencia cultural”
El año pasado la continuidad del programa Holo Jazz peligraba por no tener los recursos para pagar el espacio radial. En ese momento Miguel Vera anunció “HoloJazz está en la UTI” y en un intento de salvación organizó foros y con la ayuda de algunos amigos músicos pudo realizar conciertos para reunir fondos. Luego postuló a un FONDART y ganó, y a pocos días de comenzar su ciclo “La voz: rostro invisible” publicamos esta conversación donde pudimos conocer de qué se trata, en realidad, esta crisis.
Por Gabriela Álvarez / Foto: Philippe Blanc
¿Qué está sucediendo después de 17 años de trayectoria del programa?
Ahora estamos viviendo un segundo aliento en el programa, pero el año pasado estuvimos apunto de perecer. La radio siempre nos ha cobrado un dinero que no podemos pagar siendo HoloJazz un programa fruto del esfuerzo de un equipo de trabajo cuyo activismo ha sido siempre ad honorem. HoloJazz es un espacio radial mítico y de culto no sólo en Chile sino también fuera, pues en Argentina, en Suecia, y otros países están sabiendo de los músicos chilenos a través de este programa sintonizado on line. Nosotros tenemos un proyecto de trabajo para salvar HoloJazz pero no hay garantías en la forma que está funcionando la cultura hoy en Chile.
En el programa mismo tú has dicho que la cultura se ha convertido en “una boleta ideológicamente falsa”, en un negocio perverso que termina pidiéndole plata a quienes no tienen de donde sacar y que esto es un síntoma de muerte, ¿ consideras que la crisis que está pasando el programa se extiende también a la Universidad misma?
Efectivamente. La radio en general cumplió un rol central en la integración del país como proyecto que suponía valores como la solidaridad, la comunicación y la creación; todos aspectos hoy en crisis. La creación fue reemplazada por el consumo, la solidaridad por la competencia y el mercado terminó colonizándolo todo, incluido el mundo de la cultura. Hoy la creatividad no es un valor, pues resulta más conveniente estimular el consumo al que se disfraza con la noción de “creación de audiencias”, una noción que encubre la necesidad de expandir el mercado o sencillamente de generarlo. Por eso las platas van destinadas a financiar el consumo. El FONDART valora mucho más el impacto social que la creación misma. Con esa política no se habría financiado a un Thelonious Monk ni a un Parker dada la incomprensión inicial, pues es sabido que grandes artistas no tienen inicialmente una gran convocatoria. La creación es por definición una cosa rara, entonces no hay grandes masas aclamando de inmediato. El reconocimiento es lento y la adhesión viene tras un proceso. Pero el mercado no puede esperar, desea convocatoria inmediata y ganancia rápida. La misma lógica opera en las universidades. No se financia la oferta crítica, sino la demanda por el diploma y la validación. Ya no se forma ciudadanos o sujetos libres, sino ganapanes y trabajadores bien calificados. La derecha y la izquierda piensan que la receta es subsidiar la demanda y no la producción creativa y más encima muestran eso como logro democrático, cuando en realidad es una farsa. No se financia a las universidades ni la creación de pensamiento, sino la matrícula de los usuarios que deben pagar endeudándose en instituciones bancarias que obtienen suculentos dividendos a partir de esa necesidad. Es la dictadura del empresariado que penetró la cultura y encontró en ella una forma de lavar dinero y mejorar su imagen a través de fundaciones, corporaciones y todo tipo de pantallas y bonitas portadas en revista Paula o en la vileza del pensar.
¿Qué significado tiene para ti hacer HoloJazz?
HoloJazz ha sido un espacio de discusión, interesado en el proceso de la creación. Yo lo veo como un compromiso ético, estético y político. Todo arte tiene una dimensión ideológica. Yo no soy neutro. Yo no hablo en el jazz como una persona que no tiene una posición. Y para mí, el mundo del jazz ha sido colonizado por un grupo políticamente definido, y esa elite ha construido un imaginario de lo que es el mundo del jazz, en realidad es un imaginario colonial y sometido al modelo norteamericano. También veo que muchos jazzistas se han negado a ser bufones de corte de ese pequeño núcleo, que sólo constituye una pequeña porción del todo pero que cree ser el centro, sin saber que el centro del jazz es como el ojo del huracán un espacio vacío y disponible para cualquiera. Yo pienso que el jazz es como un remolino que gira y a su paso toma todo lo que encuentra. Al medio del remolino no hay nada, hay un vacío: como un hogar disponible, un espacio de lo posible que existe en la medida que este carrusel gira y agarra todo lo que pilla, desplazándose sin rumbo predecible ni menos controlable. Es un remolino que sólo se ve desde fuera, lejos, pues sus bordes son difusos y móviles. Lo que pasa es que algunos ilusos que suponen están más al centro creen que sí saben cuál es ese centro e incluso creen ellos mismo ser ese centro, mientras los que están en la periferia o incluso a veces fuera ven más claro la figura del remolino que avanza girando sobre sí mismo. Hay quienes aprecian desde el borde que la historia del jazz en Chile se ha construido básicamente por una elite que ha hecho hegemónica su autopercepción central, su autocomplacencia, en circunstancias que hay una “No historia del jazz” por escribir. Mi óptica es que resulta necesario comprender todo ese torrente que hay en el jazz y evidenciar su diversidad, movimiento e inestabilidad, sin olvidar su precariedad y el hecho de que estamos en un brazo de la galaxia y no somos el centro del universo.
Y tú en ese rol, ¿vendrías a ser como un justiciero?
Sería demasiado arrogante decir eso. Yo no soy un justiciero ni una especie de juez que decide lo que es o no es el jazz. Eso porque mi juicio es también bastante parcial y tiene que ver con mi posición en la galaxia del jazz en Chile. A menudo la imparcialidad es una excusa para imponer un juicio. Esta misma imagen del jazz como remolino es una imagen de la modernidad y yo no creo que haya tal remolino. Hoy estamos más bien en una tormenta de arena y no tengo el mapa del jazz para salir de ella. Yo vivo el jazz desde mi situación, como un sujeto que supo del jazz desde una población en Conchalí, que estudió y pasó todas las penurias de cualquier persona que le tocó vivir los años de la dictadura y que supone y siente que hay algo de justicia en la forma del jazz. En esta música escuchar es tan o más importante que hacerse escuchar. En eso consiste lo que yo llamo la “jazzocracia”, que no es el gobierno del jazz sino la mala o sucia traducción de “jazzocrazy” o locura del jazz. Sin violencia, el jazz conecta la democracia con la locura, la libertad y la humildad de respetar el habla y el canto de aquellas y aquellas que cantan sílabas sin más razón que la locura del scat o el creacionismo con que Vicente Huidobro llegó al scat de la poesía. Es como una forma que más que resistencia habría que llamar de re-existencia, a través de la creación. Una empresa que los jazzistas y creadores de Chile prosiguen a pesar de todo.
¿Cómo se resiste desde el hacer radio?
Para mí, que el programa HoloJazz se termine por no poder pagar los dineros que la radio (por las leyes del mercado) exige es un acto de violencia cultural porque significa que sólo pueden sobrevivir aquellos que tienen dinero para solventar la permanencia de su voz. Y ojo, en un sistema de mercado, que la radio no haya muerto es algo bien misterioso. ¿Qué es lo que tiene la radio que la hace sobrevivir?, ¿por qué no ha muerto el libro-papel a pesar del e-book o libro digital? Ahí hay una pista.
Dentro de tu porfía de sacar adelante el programa pese a todo, ¿has pensado en cómo pasar a otra etapa? Y ¿cómo sería esta?
HoloJazz no va a terminar de muerte lenta, suave y pacífica. Sus estertores debieran ser una acción de arte, la denuncia de las máscaras que rotan en el mundo del jazz en Chile. No deseamos ser los epígonos de Garrido, Ferreiro o Artigas que se fueron de este mundo del jazz sin decir nada para no romper el hechizo. Estamos redactando un Manifiesto de Holojazz que se llama “Por la boca muere el jazz” y que hablará de eso. Quizá el camino sea volver a sumergirnos y abandonar la comunicación a través de los medios masivos como la radio analógica, volver circular de persona a persona, en pasquines, cassettes, como en Dictadura, por lo demás estamos en una dictadura (que algunos llaman postdictadura y que yo creo que es la consumación del modelo de la dictadura, por lo que ahora sí estamos en la verdadera Dictadura) así que, aunque a los ojos de muchos sea anacrónico, tal vez no sea descabellado en pensar en regresar al lugar desde donde vinimos, volver a la intemperie y reencontrarnos con aquellos que escuchan el jazz desde la ribera sur del río en el Providencia Jazz Festival mirando al otro lado del Jordán la tierra prometida, aquellos que por 17 años han permanecido fiel escuchando HoloJazz.
Puedes sintonizar el programa HoloJazz todos los miércoles a las 22:00 hrs. en el 102.5 fm o en su señal online