Roberto Lecaros y sus 69
“La gente no sabe para qué hace las cosas, o si les hace feliz”, es una de las tantas frases que dice Roberto Lecaros con la convicción de un hombre que ha vivido mucho a sus casi 70 años de edad. Rudo, directo, y quizá demasiado tajante para un país acostumbrado a suavizar las opiniones, en esta entrevista, Lecaros muestra una cara por la que quiere ser reconocido, el rigor, pero termina siendo más auténtico. Marcado por episodios muy oscuros Lecaros reluce en una historia de música, libertad y de escuchar con el alma.
Grabado en vivo en su casa y en el Thelonious, acompañado por las fotos de los amigos jazzistas como público, Lecaros grabó “69”, disco que será editado por Animales en la vía en el contexto de la celebración de su cumpleaños. Con el cuarteto conformado por su hijo Roberto C. Lecaros, Matías Mardones, Jasper Huysentruyt, lanzará oficialmente este material el próximo viernes 15 de Agosto.
Con motivo de este hito, quisimos conocer un poco más de la historia de este músico que destaca por ser multiinstrumentista, especialmente por el violín y piano. “Uno nace músico porque es el ambiente en el que uno se cría. Escuchando toda la música, a tus padres, tíos, todas las fiestas con música en vivo. Eso te marca para siempre”, cuenta antes de adentrarnos en su trayectoria. “En las celebraciones de antes todo era con música en vivo. Mi tío Fernando o mi papá, que tocaban en orquestas, radios, traían sus amigos, grandes músicos como Mario Escobar, Lucho Aránguiz, que venían a la casa, tomaban un trago y tocaban”. En su relato reitera como siempre estuve motivado por la música. “Yo no me crié en un ambiente de médicos o de ingenieros. Lo mío siempre fue música”, y habla de su madre cuando disfrutaba haciendo coros y cantaba en compañías artísticas e infantiles, donde compartió con Vicente Bianchi entre otros.
¿Cuándo te sientes más cómodo tocando?
Yo soy una persona bastante nerviosa en el sentido que escucho todo lo que está pasando y si escucho un error o yo mismo me equivoco se me va todo al diablo y me cuesta reponerme. Cuando toco con mis hermanos nunca estoy preocupado. Mario es un muy excelente pianista, Pablo es un buen bajista. No quiero decir que sea un asunto de la sangre, pero somos hermanos. Nos hemos criado en el mismo lugar. Y allí se produce algo mágico.
Yo no estudié y no desarrollé el talento como debiera haberlo hecho, y como les inculco a mis alumnos. Entonces ahora me doy cuenta que me quedé atrasado por no haber tenido un hábito de estudio. Lamento no haberlo hecho y no lo lamento también. Lo pasé re bien. Pero mi talento es en lo que estoy basado para tocar y ayuda el entorno en el cual te crías.
A la edad que yo tengo ves otras cosas. Te das cuenta que no fuiste perseverante en lo que tenías que haber hecho, que no estudié todo lo que tenía que haber estudiado y que si lo hubiera hecho estaría en Francia con un alto cargo. Lo otro que les digo a los cabros es para qué estudian huevadas para ganar plata. Y les pregunto y no saben qué contestar. La gente no sabe para qué hace las cosas, o si les hace feliz. Haga lo que quiera hacer pero hágalo bien.
Yo a los 7 años sabía que iba a ser músico toda la vida. Se lo dije a mi papá en una conversación que recuerdo muy bien. No me arrepiento. Es una vida libre. Viajé por Europa, América, me fui con el violín debajo del brazo a tocar al metro. No me exilié. En el golpe estuve detenido, me torturaron. Al final mi papá antes de morir me dijo “Perdóname Roberto, estaba muy equivocado, son todos excelentes músicos”.
Yo desconocía lo de tu episodio detenido y torturado
Yo fui detenido después que volví de Perú el 75 por una denuncia en mi contra. Me aplicaron electricidad, y la tortura psicológica fue fuerte… No estuve tanto, pero cada día era como un año. Nadie habla de esto. Se le hace el quite porque vivimos en un país de hipócritas y cínicos.
¿Cómo fue tu relación con los músicos en esa época?
Tengo amigos con los que he tocado toda vida, nos llamamos para ir a diferentes trabajos, pero no tuve más relación que esa. Fui más individualista, y no es que sea yoísta, a pesar de que soy Leo. Yo he sido una persona que nunca me ha gustado pertenecer a grupos, asociaciones, sindicatos, porque yo no creo en eso de la unión hace la fuerza. Para mí eso es la unión de los mediocres, de la gente que no puede valerse por sí misma entonces busca agruparse para crear y hacer peticiones. Pero uno tiene que superarse y tener valor propio.
Y siempre me gustó más mandar. Cuando estuve en la Sinfónica era un empleado, y no me gustó porque había que firmar cuando se llegaba y salía, y llegar corriendo al ensayo. Me carga estar presionado. Yo soy libre. Yo mismo me hago mi programa, mi horario… Entonces cuando estuve en la orquesta yo tuve que ir aceptando y me sentía tan mal y tan incómodo que al final no fui más. Ni siquiera renuncié. Y lo mismo hice cuando estaba estudiando. No aguanto que me estén diciendo qué hacer. Acepto que sólo me mande alguien que sepa más. Soy bien mandón y jodido. Y a lo mejor estoy equivocado pero lo tengo claro.
En el jazz encontré la libertad. Yo soy una persona fuerte. He tenido experiencias muy fuertes y no puedes escribir como todos los periodistas que ponen una frase que yo dije. Pero hay cosas esenciales, la libertad por ejemplo que la encontré en el jazz. La tranquilidad para tocar que tengo con mis hermanos, que es una cosa mágica. El estudiar, el esforzarse para poder progresar y el ser independiente que es una cuestión importantísima.
Animales en la vía es una buena idea para quienes no nos gusta pertenecer a agrupaciones. Hacen una buena labor social, y es una iniciativa independiente que te da una oportunidad de realizar algo, un disco, conciertos… Es una agrupación distinta y los cabros vieron que este nombre es la realidad de los artistas.
¿Puedes contarnos cómo es tu experiencia escuchando música?
Puedo decir que me siento en paz y tranquilo cuando escucho música clásica. Mozart, Bach, Stravinsky, los románticos. Puedo respirar hondo, disfrutar de eso porque me da una tranquilidad en el espíritu. El jazz me da alegría. Sobre todo el jazz rítmico, tradicional, antiguo. Me encanta la tuba – y comienza a imitar su sonido- con esa profundidad de los bajos. Como que son los pilares que sostienen la música a través del tiempo, la cosa más elemental, pero también como va progresando, porque los músicos de jazz en las distintas etapas han aprendido de la música clásica.
Pero el jazz tiene esa cosa del swing, y eso lo puedes decir hasta de una mujer y lo dices todo. El músico que fusionó lo rítmico con lo clásico fue el pianista Keith Jarret tocando los standards con su trío. Eso me produjo una alegría emocional, una placidez y tranquilidad que te llena el alma, y que no es la cuestión mecánica de la música, sino la emoción que te produce en el aspecto de la vibración.
¿Cómo enseñas?
Tengo mal carácter y siento que siempre es más lo que hay que enseñar, y se me juntan todas las ideas, y que hay poco tiempo. Soy muy enérgico porque soy riguroso. Ésa es una palabra que tienes que anotar. Soy hijo del rigor e implanto rigor. Y claro, le gente dice “Este hueón es jodido, mal genio” y es sólo que soy riguroso. Exijo, y exijo mucho más de lo que puedes dar. Cuando yo tenía mi escuela, mis alumnos si tenían un 4 eso era un 10 de las otras escuelas. Eso es rigor, y sobre todo aquí, que es un país de flojos de mierda, y como yo tampoco lo fui conmigo mismo sino que hice en la medida que me acomodé no más, obviamente que sé que por medio del rigor se llega a algún lugar. Si todos los maestros, profesores, fueran rigurosos y honestos, y no unos mercaderes como todas estas escuelas y academias que existen… Entonces tengo mala fama por eso.
Un mensaje que le doy a la juventud es que no confíen en que les palmoteen la espalda y que los eleven y que los hagan dioses porque eso los va a llevar a que se dejen estar.
¿Y cómo enseñas a tus hijos?
Los llevé a los conciertos y traté de darles lo mismo que me dieron mis padres. Yo nunca quise un médico, abogado o ingeniero. Yo quiero puros artistas porque creo que el arte va a cambiar a la humanidad. La pintura, artes circenses, música, actuación. Y va a llegar el momento en que los artistas vamos a ser lo que hoy día son los médicos o ingenieros. Y esos hueones nos van a hacer reverencias porque nosotros trabajamos con la esencia del ser humano. Es la gente la que no ha progresado, pero nosotros somos seres especiales.
Entonces todas las cosas que yo hablo, los consejos que doy, de lo bien y sobre todo de lo que he hecho mal, lo digo para que sirva. Es una vida muy dura, de mucho trabajo y sacrificio y de bastante estudio y entrega. No es sobre alucinarse con un festival. De los estudios que yo he hecho de viejo esto es lo más serio del ser humano porque la música es vibración.
Todos somos vibración, el universo, los colores, el sonido. Si estas cosas las enseñaran en el colegio seríamos otro tipo de personas y no estaríamos pensando en el mundial y en Chi Chi Chi le le le. Eso es la preconciencia.
¿Qué conciertos te han marcado?
El concierto El Rito de las Cuerdas que dieron Jean Luc Ponty, Al Di Meola y Stanley Clarke en el antes llamado Estadio Chile. Nosotros abrimos esa noche y fue una presentación memorable del Lecaros Jazz Quartet.
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