Gonzalo Palma: "De Valparaíso cambiaría la óptica de sus habitantes, esa percepción de que es la capital del carrete"
Gonzalo Palma, de Triángulo de las Bermudas:
«De Valparaíso cambiaría la óptica de sus habitantes, esa percepción de que es la capital del carrete»
El trío lanzó recientemente su disco “Zona alta zona baja” en Radio Valentín Letelier. Te invitamos a conocer este proyecto porteño a través de la opinante voz de su principal compositor.
Al conversar con Gonzalo Palma, las muchas historias de una época nos vienen a la mente. Un contexto ochentero que nos heredó un panorama culturalmente desolador, y sin embargo el recuerdo de hitos musicales que marcaron a una generación y el nacimiento de una tendencia musical de jazz fusión.
En ese momento, Gonzalo Palma desde Valparaíso se nutría de todo lo alternativo mientras estudiaba piano clásico en la Universidad Católica de Valparaíso. Esos gustos e inquietudes fueron los que lo alejaron del mundo clásico, y se reencuentra con el jazz, al cual había llegado por su abuelo que era un auditor de big bands. “Era lo que escuchaba mientras hacía las tareas”, nos cuenta y desde ahí ahondamos en su trayectoria hasta el presente con este proyecto colectivo que es Triángulo de Las Bermudas.
¿Cómo te encuentras con el piano?
Mi mamá tocaba piano, y al principio jugaba con él, le daba manotazos a ver qué pasaba. Me empezó a interesar cuando mi hermano tomó clases.
¿Y decidirse por estudiar formalmente?
En mi casa se opusieron. Llegó un momento determinado en que quise ser músico, y bueno, estudié en una escuela de la cual recibí buenas herramientas en términos académicos, pero el régimen dictatorial docto no permitía ningún raigambre popular.
¿Puedes contar un poco cómo se vivía eso?
Era una especie de secta docta contemporánea. Los que se salían de la línea eran prácticamente perseguidos por tribunales académicos. Aún así, yo seguí con lo mío. Ad portas de la escuela había un montón de boliches, casas donde ir a escuchar música. No necesariamente partí por el jazz, sino con sonidos diferentes que me llamaron la atención. Curiosamente a fines de los 80, todavía en dictadura, empezaron a venir una suerte de músicos importantes de la escena mundial del jazz: Chick Corea, Herbie Hancock, Jean Luc Ponty, Pat Metheny…
¿Y es ahí donde te motivas por hacer jazz?
Claro. Tuve la oportunidad de ver a músicos extranjeros y nacionales. Fue radical para mí como músico ver a bandas de fusión de los años 80. Me marcó bastante como para saber que quería hacer algo similar a eso. Y en Chile empiezan a surgir Fulano, Cometa, La Marraqueta, bandas de la capital, mientras que en la quinta región uno podía ir a lugares donde se hacían tocatas como sala victoria, lucas jazz. Es cuando la frase de Miles Davis, de buscar tu propia voz, me hace sentido.
En todo ese proceso te vienes a vivir a Santiago, trabajas en proyectos personales y en grupos, sin embargo luego vuelves a Valparaíso y nace Triángulo de las Bermudas.
Sí, después de “Los ojos de Claudia”, el 2005 rearmé el proyecto acá en Santiago con Roberto Lecaros y Carlos Cortés. El 2011 me volví a Valparaíso y me reencontré con Rodrigo Rivera (contrabajo) y Manuel Estay (batería). Los tres somos Triángulo de Las Bermudas, con este nombre de fantasía que en su sentido tiene lo inesperado, como el jazz. Es ese misterio como el Triángulo de las Bermudas que es como una zona en la que no sabes a lo que vas a llegar.
Y el título del disco es Zona alta zona baja
El nombre del disco tiene que ver con la búsqueda de la identidad de nuestra situación geográfica, de ser habitantes de Valparaíso pero sin caer en ese chovinismo porteño de la casita en el cerro, la ropa colgando, los ascensores… No es esa imagen de souvenir de fin de semana que se vende en Cerro Alegre. Queríamos algo más relacionado con la zona pero que tuviera que ver también con la música y el devenir. Zona alta zona baja en definitiva es el devenir de la música, la tensión y la distensión. La definición de qué es lo que llaman el plan de reconstrucción de Valparaíso.
Hablemos también de los temas e incluso del proceso de ponerle nombre
Tiene que ver con sensaciones y vivencias del momento. “La gota”, por ejemplo, viene de un ataque de gota que estaba padeciendo. También hay alusiones a conductas erráticas (“Bipolares”), frases de personajes porteños (“La fiesta permanente” o “Chaleco”). Pienso por ejemplo, como surgieron temas como Relaxing at Camarillo de Charlie Parker.
Ya que conoces la escena del jazz de Santiago y Valparaíso, ¿Cuál es tu percepción y qué diferencias notas?
En Santiago el público es más receptivo mientras que en Valparaíso hay más predisposición al carrete. Pero en términos geográficos, Valparaíso tiene más posibilidades de que se arme un circuito pues es más fácil encontrarse. Por el hecho de ser provincia puede que se dé un vínculo más rápido o directo entre los músicos. Hay músicos jóvenes que están con interés de profesionalizar el tema y eso está haciendo que reflote la escena jazzística, que ha pasado por períodos de oscurantismo. Es bueno destronar a las vacas sagradas, pues pasa en todas partes que están los mismos personajes y efectivamente está saliendo gente nueva. Hay que mirar qué está pasando en regiones, abrir fronteras y romper ese centralismo de una vez por todas.
¿Qué cambiarías de este país y de tu ciudad?
De Chile cambiaría esos 17 años de dictadura que nos hicieron bolsa cultural, humana y socialmente. Ahora estamos recibiendo lo que botó esa maldita ola, y el consecuente “niahismo” que hace que un país esté como está, sin interés, y que a nadie le importa nada, querer todo fácil y rápido. De Valparaíso cambiaría la óptica de sus habitantes, esa percepción de que es la capital del carrete. Porque todos van a tomar, destruir, dejar la escoba y todo lo que no hacen en sus barrios. También pienso que si saliera un candidato como Dj Méndez, que no es otra cosa que una careta de los payasos de siempre, casi como un Donald Trump… yo decidiría huir para no estar en esa chimuchina.
Si el jazz fue mal visto cuando estabas en la PUCV, y hablas de una educación además medio «sectaria», me gustaría saber cómo eso te ha influido en tu rol como profesor y qué observas de la educación musical actualmente.
Yo no creo en esa línea de división clásico popular, para mí todo es folclor, música de un determinado terruño. Creo que las escuelas de música ahora han abierto sus puertas de manera más sana. Los doctos se están dando cuenta que necesitan de la música popular.
Dado el panorama de desprotección para los músicos y artistas en general ¿Cómo te imaginas tú que se proyectan las cosas en materia cultural?
Hoy ser artista no es ser un extremista como en dictadura sin embargo no está claro en este país lo que hace un artista. Todavía se cree que es un pasatiempo, un hobbie para jugar un rato. Nos falta mucho todavía.